Algunas ni siquiera tenían aún la regla. Otras quisieran haber seguido estudiando. La mayoría probablemente no sabía que el matrimonio no debería ser una opción a su edad. En Colombia, una de cada cinco jóvenes entre 15 y 19 años se casó en 2020, el 20%. Y una de cada 50 lo hizo con menos de 14 años. Así lo arroja el Análisis de situación de los matrimonios infantiles y las uniones tempranas en Colombia (2010-2020), un estudio de Unicef que unifica datos de organizaciones y Gobiernos locales, encuestas nacionales y entrevistas propias de la entidad.
Aunque el informe no da números absolutos, atendiendo a las últimas cifras de población oficiales del país, eso implicaría que, en 2020 se casaron algo más de 375.000 niñas y jóvenes de entre 15 y 19 años y más de 31.718 de entre 10 y 14 años, una edad a la que el matrimonio todavía no es legal en ese país. Este martes, en el Día Internacional de la Niña, Unicef publicó este estudio que revela la prevalencia de una práctica nociva para la infancia, pero en algunos casos avalada por la justicia (a partir de los 14 años con el consentimiento paterno). Y las tendencias no han variado apenas en los últimos 25 años. En Colombia y otros cinco países de la región —Anguila, Argentina, Cuba, Guyana y Saint Kits and Nevis— los niños de 14 años pueden casarse con autorización de los padres.
En Colombia, en los últimos 14 años se han presentado siete iniciativas legislativas que buscaban eliminar la excepción de la ley de matrimonios del código civil que permite las uniones tempranas mediante el permiso de los tutores legales de los menores. Pero ninguna ha salido adelante, amparándose en la “libertad para discernir” de las adolescentes.
Aunque pueda ser consentido, los expertos aseguran que no existe el matrimonio infantil basado en la libertad de decisión de los menores de edad, a quienes les separa entre seis y diez años de sus parejas como media, según el informe. “La falta de simetría de edad conlleva también a una jerarquía de poder”, ha asegurado Andrea Tague, oficial de Género de Unicef, en la presentación de este estudio que se elaboró en colaboración con el fondo de población de la ONU y Plan Internacional. “Hablar de libertad hace que se siga normalizando esta forma de violencia a la infancia”, ha añadido. En el mundo, la cifra de mujeres y niñas casadas antes de cumplir los 18 años alcanza los 650 millones; 60 millones de ellas viven en América Latina y el Caribe.
Entre el 1 de enero del 2019 y el 31 de julio del 2022 se abrieron más de 400 procesos administrativos para permitir la unión temprana de niños en el país, según las declaraciones de Andrés Camelo, subdirector encargado de Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, ICBF. “En la gran mayoría de los casos, las menores de edad son ellas. Y también hemos registrado un mayor número de violencias hacia ellas después del matrimonio”, ha apuntado. De acuerdo con el Censo Nacional de Población y Vivienda, en 2018 cerca de 340.083 niñas (8,6%) y 133.293 niños (3,2%) estaban casados o lo habían estado. “Es una violencia que no se puede despegar del género”, insistió Tague.
Madres antes de ser mujeres
Otro ejemplo de que esta práctica afecta a las niñas son los embarazos adolescentes. Según los datos de Estadísticas Vitales del departamento colombiano de estadísticas DANE, entre 2010 y 2021 se registraron 1.137.796 nacimientos por parte de niñas y adolescentes menores de 19 años en unión o matrimonio y otros 422.104 partos de niñas solteras. En el caso de las niñas de entre 10 y 14 años, se sumaron 65.959 embarazos. De acuerdo a mandatos familiares y culturales —sobre todo en comunidades indígenas— la edad para establecer matrimonios y uniones tempranas está relacionada con la primera menstruación, mientras que para los varones, se empieza a hablar de matrimonios cuando empiezan a trabajar.
“Yo hice hasta quinto, lo hice así, como hasta los 11 años, ya me desistí, yo dije: “No vuelvo a estudiar. Porque, de verdad, para qué voy a estudiar si voy a criar hijos, si voy a ser mamá, si voy a tener marido. Para qué…”. Este es uno de los múltiples testimonios que recoge la investigación y que muestran cómo el abandono escolar suele ser causa y también consecuencia de las uniones tempranas. En Colombia, la mayor tasa de deserción se da en los niveles de básica secundaria, que coincide con las edades en las que existe una mayor incidencia de estas prácticas. La educación, sin embargo, también podría ser una solución. Según la Unesco, si todas las niñas terminaran la escuela primaria, el matrimonio infantil se reduciría en un 14%. Y si todas acabaran los cursos de secundaria, se desplomaría un 64%.
La consecuencia de que haya niñas obligadas a preparar su ajuar es a veces la primera ficha del dominó. Le suelen seguir otras violencias como la intrafamiliar y la de género. El 64% de las mujeres de entre 15 y 49 años que se casó antes de tiempo reportó violencia psicológica y, el 31,9%, violencia física, según la Encuesta Nacional de Demografía y Salud. “Es un problema de salud pública”, zanjó Laura Pabón, directora de desarrollo social del Departamento Nacional de Planeación. “Y es un problema interseccional que afecta sobre todo a las niñas de la ruralidad y a las más empobrecidas. Este fenómeno propicia y perpetua otras muchas desigualdades”, aseguró.
La ruralidad suele ser un denominador común. Vichada (5,3%), Amazonas (4,3%), Chocó (4,2%) y La Guajira (3,9%) son los departamentos en los que es más común encontrar más niñas menores de 14 años obligadas a casarse. Para aquellas entre los 15 y 19 años, los departamentos de mayor prevalencia son Vichada (29,8%), Magdalena (24,5%), Arauca (24,0%), César (23,8%), y La Guajira (23,2%). En estas regiones, de enormes tasas de desigualdad y pobreza, conviven otras amenazas a la infancia como el conflicto armado y el narcotráfico. Las carencias económicas en la familia y la coerción de hombres armados suelen ser detonantes para que estas adolescentes dejen el colegio y se conviertan en amas de casa y madres antes de tiempo.