martes, 24 de junio de 2025
Arreo de principios del Siglo XX.

La clase gobernante de Argentina favoreció en gran parte de Patagonia la formación de latifundios y grandes establecimientos ganaderos, entregando las mejores tierras a bajos costos a los que tuvieran capitales para iniciar la producción. Pero a diferencia de otras regiones, las tierras que en el suroeste del Chubut le fueron otorgadas a particulares en calidad de propiedad de pequeño tamaño, las que no poblaron ni explotaron, pronto fueron adquiridas por grandes firmas comerciales, como el grupo Menéndez-Behety, conformando estancias de gran tamaño (entre 30.000 y 70.000 hectáreas). Distinto es el caso de la estancia Arroyo Verde, de capital chileno, que adquirió en propiedad espacios de tierra separados unos de otros. Estos establecimientos quedaban a cargo de administradores y capataces.

Excepto una -La Luisita, que se tendía en el curso inferior del arroyo Genoa-, las restantes se conformaron en inmediaciones de la frontera con Chile: Valle Huemules, lago Blanco, lago Fontana. La actual estancia Arroyo Verde, en expedientes de la década del 20 de la Dirección de Tierras figuraba como Sociedad Industrial del Aysén. Es decir, era vista como una extensión en tierras argentinas del latifundio chileno que se tendía en la región vecina.

De forma simultánea a la creación de las grandes estancias, aquellos que conformaron su capital en la región mediante el trueque con los indígenas y algunos colonos que arribaron por la misma época (fines del siglo XIX, principios del XX) con capital para la puesta en producción, también ocuparon tierras y las poblaron con ganado. Previa exploración del territorio, se asentaron en tierras de buena calidad. A diferencia de los grandes establecimientos ganaderos que delegaban la producción en administradores, los concesionarios se pusieron al frente de sus establecimientos. En general conformaron estancias de tamaño mediano entre 10.000 y 30.000 hectáreas.

Finalmente, los últimos en poblar ocuparon las tierras de menor calidad, conformando estancias de tamaño mediano y chico entre 2.500 y 10.000 hectáreas. Estas últimas se concretaron entre 1914 y 1918, en los espacios de mesetas. Esta última etapa, en que se ocuparon tierras poco productivas, coincide con una gran demanda y aumento del precio de la lana a nivel mundial, a causa del comienzo de la Primera Guerra Mundial en 1914.

Un caso particular es el de Colonia Ensanche Sarmiento, ya que, por la superficie y la calidad del suelo de cada lote, su explotación no resultaba rentable. Mientras que los indígenas residentes en los lotes mantuvieron un mínimo de ganado suficiente para su sobrevivencia, los colonos recurrieron a una serie de estrategias para tomar rentable su explotación. Se asociaban para explotación conjunta u ocupaban lotes tendidos en las mesetas vecinas (entre 2.500 y 10.000 hectáreas cada uno) o diversificaban su economía habilitando comercios, transportando todo tipo de mercadería, criando cerdos para comercializar con los vecinos, cultivando verduras y cereales, elaborando artesanías o empleándose de forma temporal en campos vecinos ejerciendo oficios varios (carpintería, albañilería, chacinados, etc).

Según se desprende de expedientes de la Dirección de Tierras, las tierras con mayor receptividad ganadera se concentraban al pie de la precordillera, en valles andinos y en los valles de ríos y arroyos, destacándose la región suroeste: nacimiento del arroyo Chalía, actual El Triana, lago Blanco y valle Huemules con una receptividad promedio de 2.500 a 2.000 lanares por legua cuadrada (2.500 hectáreas); Alto Río Mayo, Aldea Beleiro, arroyo Nireahuao, curso medio del río Mayo, y reserva indígena de Quilchamal con una receptividad promedio de 1.500 lanares por legua cuadrada; el valle de Apeleg, la sierra de Payagniyeo, pampa entre valle de Apeleg y el Alto Rio Senguer, pie de sierra Nevada-San Bernardo, actual Ricardo Rojas y confluencia del arroyo Apeleg y el río Senguer con una receptividad de 1.300 a 1.200 lanares por legua cuadrada; confluencia del río mayo y arroyo Chalía, pampa del río Guenguel, adyacencias río Senguer entre Barrancas Blancas y Paso Moreno, meseta del río Senguer, cordón de Pastos Blancos, El Cantao, entre 1.000 y 800 lanares por legua cuadrada. Finalmente, las mesetas que se tienden sobre ambas márgenes del curso inferior del río Mayo y curso medio del río Senguer y adyacencias de sierra del Carril, con una receptividad de 700 y 500 lanares por legua cuadrada; excepto en pequeños cañadones y declives que cortan las mesetas, donde la receptividad variaba entre 900 y 800 lanares.

En un solo caso la receptividad resultó menor a 400 lanares por legua y en un solo caso casi nula. La región boscosa de los lagos Fontana y La Plata y la meseta del Challa no eran aptas para el ganado lanar, aunque si para el vacuno. Las tierras de Colonia Ensanche Sarmiento sostenían entre 200 y 300 lanares por cada lote de 625 hectáreas.

El canon anual por el uso de cada legua variaba de 200,00 a 850,00 pesos moneda nacional (valor de la época). El canon de los lotes de la Colonia variaba de 62,50 a 87,50 pesos moneda nacional. El valor se relacionaba con la calidad y cantidad de recursos naturales.

 

Libro “La colonización del oeste de la Patagonia central”, de Alejandro Aguado

 

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