sábado, 27 de julio de 2024
Vecinos de Telsen, 1921. Foto tomada por Bowman

Aprovechando un día de descanso, Bowman describe minuciosamente a sus vecinos el domingo 29 de noviembre de 1925: “… en este lugar, los vecinos más cercanos que tenemos son: Cayul, que vive enfrente, cruzando el arroyo. Es indio chileno y un haragán terrible, como sabe leer y escribir se considera un ilustrado. Está casado con una india y tiene varios hijos, unos diablillos muy despiertos pero muy mentirosos y salvajes. Un montón de vagos sinvergüenzas… hacia el norte están los gallegos –así llaman aquí a los españoles- apellidados Oribe, gente de clase campesina venidos de Burgos, trabajan duro. El dueño de la chacra (tierra del gobierno) es Román Oribe, quien a fuerza de trabajo duro y una dosis de malas artes que los argentinos llaman “viveza”, le ha ido bien hasta cierto punto e inclusive tiene un auto al que llama “camión”… tiene un par de muchachos jóvenes que trabajan para él a salario mensual: su hermano Ángel, más joven que él, y Pepe Vicia, un muchacho italiano, buen chico y excelente trabajador. También hay un niñito que cuida las cabras. Un pequeño simple, como la mayoría de los chicos del campo… al sur están los Antilipi, indios de pura sangre y buena gente. Félix Antilipi tiene cerca de 35 años, está casado con la hija de la señora de Cayul  y (quizás también del señor Cayul) tienen un niño pequeño. Algunos de los viejos Antilipi se están quedando con él, durante el verano. Hay una dama anciana, su abuela que tiene, dicen, 114 años. No hay dudas de que es muy vieja y también muy fea. Con Félix Antilipi también se está quedando un tal Alfredo Vázquez, un chileno bastante bien parecido y vigoroso. Y se está dedicando un poco a la agricultura a medias con Antilipi”. Cerca de ellos se encontraban el bolichero Rojas, el indio Meli (cabo de policía en Telsen), y el “fino  y cortés Lincopan también indio, con su consorte Maggie Morley, apodada la ruana, reina de la belleza y honor junto a su hija Blanca”.

De esta manera, Bowman, con su descripción, nos pone frente a un universo en el cual lo que prima es la diversidad, articulado alrededor del pequeño valle, formado por las chacras que rodean al arroyo. Este universo encuentra cohesión, a pesar de las diferencias, en práctica de ayuda mutua y de reciprocidad forjadas en la necesidad, la convivencia y la conveniencia, a  través del préstamo de servicios, alojo, alimentos y herramientas.

Esto se ve claramente en los momentos de crisis, como el que presentó la gran inundación de 1926, que llegó después de un largo período de sequía. En esta inundación, Henry Bowman vio anegada su casa y todos sus cultivos. Quedó estropeado así el largo trabajo de un año, lo cual puso en duro riesgo la pobre y tambaleante economía del grupo familiar, compuesto por padre e hijos. En esta ocasión serán los gallegos Oribe, irónicamente criticados en la intimidad del diario, quienes presten ayuda a Henry y sus hijos.

La escritura de Bowman acerca del mundo de los comerciantes no hace más que reflejar la opinión que tiene un hombre instruido, con respecto al conflicto presente entre los sectores más pobres (al que pertenece el propio Bowman) y el de los “ricos”, que muchas veces construyen su poder en la explotación y el engaño.

Relata Bowman: “Acaban de pasar en auto unos turcos de Gaiman. Casi todos estos mercachifles infernales tienen autos. Realmente son los comerciantes quienes más provecho sacan de este país encantador. Debería dedicarme a eso. Comprar y vender al contado. Hay mucho dinero en eso. La agricultura podrá ser según dice Washington, el oficio más noble del mundo pero en lo que se refiere a hacer dinero no se compara con el comercio”.

 

Fragmentos extraídos del libro “Tel’sen”, de Liliana Elizabeth Pérez

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