La inmigración española, compuesta por hombres y mujeres que se encontraban lejos de su tierra, sus afectos y su entorno cultural de referencia, buscaba paliar el desarraigo y disminuir las distancias de los recién llegados con su nuevo entorno de inserción y desarrollo. La adaptación al nuevo hogar y a las nuevas pautas culturales y de sociabilidad debía construirse desde lo cotidiano. Afectado el vínculo con la propia historia, era imperioso pues crear un círculo íntimo cercano que actuara como espacio de contención ante la dureza del trasplante. Para ello había que resolver algunos problemas concretos y centrales como el de la educación, inclusión laboral y, sobre todo, el de la atención de la salud.
Ante esta dura realidad, la creación de la Sociedad Española se planteó como uno de sus objetivos centrales, la contratación de un médico y un farmacéutico oficiales, que prestaría en auxilio necesario a los socios de la institución que lo solicitaran, previo aviso a la secretaría. La asociación también tenía previsto en su reglamento, en el artículo 21, el traslado de los socios enfermos a la Capital Federal, bajo los siguientes términos: “Cuando la traslación de un socio enfermo a Buenos Aires fuese absolutamente imprescindible a los efectos de su curación, la sociedad abonará un pasaje de ida en primera clase y de vuelta en tercera así como también la pensión que cobrase el Hospital Español. Para completar el cuadro de asistencia en caso de enfermedad, la Asociación también brindará ayuda monetaria a todos aquellos que por sufrir una dolencia o por encontrarse sometidos a un tratamiento prolongado, perdían su trabajo”. De esta manera, la asociación, representaba para el inmigrante un reaseguro de salud y atención, cuando no en algún caso, una fuente de crédito con el cual comenzara a construir el hogar o dirigir un humilde negocio.
Texto de “Fraternidad, Romerías y Disputas. La Asociación Española de Socorros Mutuos de Trelew” (1.908-2.008)