martes, 24 de junio de 2025

Experiencias de varias generaciones en lo que hoy es un paraje, pero, hace más de 50 años era solo campo. Desde la supervivencia del día a día, hasta la construcción de la escuela que tantas soluciones trajo a la sociedad.

 

 

Alto Río Percy, es un paraje ubicado aproximadamente a unos 15 kilómetros de Esquel. Actualmente, cuenta con infraestructura que permite a algunos pobladores tener las comodidades y servicios básicos del día a día. La Voz de Chubut quiso conocer las raíces del lugar y la historia de quienes habitaban el lugar hace más de 50 años, cuando “todo era campo”.

 

Actualmente, Alto Río Percy tiene una población aproximada de 100 habitantes

Marta Manosalva, reconocida mujer emprendedora del lugar, nos abrió las puertas de su hogar junto a sus hijas Fabiana y Mirna, para mostrar y comentar sobre las costumbres que mantenían años atrás y cuáles son las que perduran en el tiempo.

Con sus 76 años, Marta recuerda cómo eran los inviernos en su infancia y adolescencia: “En los pies usábamos tamangos de cuero de potro o de vaca; Ese era el calzado que había… Las medias eran de lana o en ocasiones de arpillera”.

Fabiana Díaz, junto a su madre, Marta Manosalva

“El agua la sacábamos de una vertiente, un ojo de agua… Mi abuelo hizo como una pileta grande de donde sacábamos agua con baldes. Para regar, mi abuela hizo un canal que llegaba hasta donde tenía la quinta”

Una cuestión que mencionó reiteradas veces la entrevistada, fue la del cambio climático desde aquella época a la actualidad: “Antes se sembraba todo al aire libre; no había invernáculos, es más, el nylon no se conocía. Hoy en día de esa manera no crece casi nada por las heladas; solo el ajo y las arvejas. Lechuga y acelga ya no se da”.

Actualmente, en el establecimiento La Laurita, la familia cuenta con invernáculos, en el cual producen varias verduras

Luego de un breve paso por Esquel y por lo que hoy es la Reserva Natural Urbana Laguna La Zeta; en 1970 Marta volvió a instalarse en el campo de su familia para continuar con su vida: “Mi abuela se daba mucha maña para hacer ropa y para cuidar los animales; siempre estuvo y yo aprendí el oficio. La mayoría de los vecinos tenían chivas en sus campos; ahora ya no se ven, por eso el lugar tiene mucha forestación, se formó un bosque de pinos, cipreses, maitenes y radales”.

Así luce hoy el sector donde vive Marta, con una importante vegetación en sus alrededores

“Cuando vinimos no teníamos nada; solo los animales de la abuela. Hasta que nos armamos de vacas y unas ovejas que nos dio mi abuela. Mientras tanto, para salir adelante se vendía ropa y verduras de la huerta. En aquel entonces solicitamos los permisos por las tierras y comenzamos a alambrar”

En esta línea, la pobladora rural recuerda la importancia de la creación de la Escuela 188 en el lugar, teniendo en cuenta que sus primeros hijos, tuvieron que iniciarse en los estudios en la Escuela 37 de Trevelin, a unos 40 kilómetros de distancia: “Teníamos que dejar a los chicos allá lejos y de vez en cuando los íbamos a ver. Había algunos padres que no buscaban a sus hijos y estaban toda la temporada escolar allí. Nosotros cada 15 días íbamos a verlos”.

El oficio de carrero; tradición que aún se mantiene en el lugar

“No quise que mis hijas mujeres vayan para allá, así que asistían a estudiar en Esquel y los fines de semana nos veníamos para el campo. Llegó un momento en el que nos quedamos acá, empezaron a construir una escuela; mientras se construía, durante casi un año, no tuvieron actividad escolar”

“Con la aparición de la escuela, todo mejoró”, recuerda Marta.

A principios de los 90’s comenzó a funcionar la Escuela 188: “Los chicos empezaron a estudiar; tenían desayuno y almuerzo; lo que ayudaba un montón”.

Imagen de la Escuela N° 188, en Alto Río Percy

“En la escuela había taller de costura; los maestros consiguieron máquinas, ellos fueron importantes. Era una escuela de puertas abiertas a la que asistían padres y chicos. Se consiguieron cosas para la confección de ropa y con eso comenzó a mejorar la calidad de vida de la gente. Fue clave; había comedor, algunas cosas se consumían ahí y otras se repartían”

Otra temática abordada por Marta fue la comunicación en la zona rural, por aquellos años: “Si pasaba algo era muy difícil de avisar… Cuando nació un vecino, su mamá lo tuvo en la casa. A ella se le complicó la salud y tenían que llevarla a Esquel. No había puente y el río estaba crecido; solo había una posibilidad de cruzar para el otro lado sobre una estructura hecha de tambores; entonces desde la casa hasta el río la llevaron en un carro. Previamente, una persona a caballo fue hasta Esquel a alertar la situación. Entonces vino una ambulancia hasta el río y se llevó a la mujer al Hospital Zonal”.

Puente de ingreso a Alto Río Percy

“Hoy están las redes sociales; que a veces son buenas y otras no. En una familia pasa que hay un encuentro y están todos con el celular”, agrega la mujer, defendiendo siempre la vida en el campo: “Este lugar te da paz; la tranquilidad de acá no está en otro lugar. Es lo mejor de vivir en el campo”.

Marta tiene once hijos y “como veinte nietos”, comenta entre risas, agradeciendo siempre sus hijas Mirna y Fabiana que siempre la ayudan en el día a día.

 


Mirna y Fabiana, hijas de Marta, llevan adelante un proyecto de Micosena

Ambas, recibieron en el establecimiento que hoy lleva el nombre “La Laurita” a La Voz de Chubut con mates, torta fritas y claro, muchas anécdotas de la ruralidad. Actualmente, llevan adelante un emprendimiento que consiste en la creación de un parador, llamado “La Roca”, en el que quienes anden por el lugar, pueden comprar tortas fritas, dulces caseros, creaciones de hilo y/o lana, como así también informarse sobre lo que se puede hacer en la zona.

Fabiana, elaborando tortas fritas para los clientes del parador “La Roca”

“Este parador lleva el nombre ‘La Roca’ por dos cuestiones; estamos cerca de un cerro que es una roca y por la palabra que hemos conocido de la biblia como cristianos, que dice ‘Jesús es la roca de salvación’”, comentan, dejando en claro que “la clave es reinventarse; con el turismo se puede trabajar”.


El parador “La Roca” ofrece servicios para quienes recorran la zona de Alto Río Percy

Pregonando esta idea, el pasado mes de abril, Mirna y Fabiana pudieron concretar otro proyecto para salir adelante; se trata de una Micosenda; sendero que fusiona naturaleza, historia y conocimiento micológico.

Cartel informativo sobre el proyecto de micosenda

El novedoso emprendimiento, propone un recorrido interpretativo que pone en valor la diversidad de hongos y flora nativa de la zona. El proyecto cuenta con el respaldo científico del CIEFAP (Centro de Investigación y Extensión Forestal Andino Patagónico), que viene trabajando desde hace más de dos años en su desarrollo.

 

Al cierre de la entrevista, Marta Manosalva enfatizó que “hay muchos proyectos para poder trabajar en el campo; se vive bien, de una forma diferente, pero tratando de aprovecharla. Este es el lugar donde estuvimos toda la vida; la clave es no abandonar y seguir apostando… Con esfuerzo, se sale adelante”.

 

 

 

 

 

 

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