lunes, 19 de mayo de 2025
Carro de lana hacia 1914/15

El diario Esquel, en una edición especial, mostraba fotografías de una tropa de once carros y vagones tirados por mulas de Dough y Parinter en 1920, saliendo de la calle 25 de mayo. En esta solo se ven dos casa pequeñas y alambrados; los carros van cargados con harina de Trevelin con destino a Santa Cruz; también se observa a una tropa ingresando con carga de cartas y diarios, con la lógica alegría de la población, ya que dichos envíos habían estado demorados durante 3 meses de un duro invierno y nevadas en Jacobacci. Varios memoriosos comentaban la gran tardanza de las cartas.

Algunas abuelas de origen galés nos cuentan que desde la Colonia avistaban las carretas que llegaban hasta Arroyo Pescado. Sabían que tardarían aún largas horas en bajar desde las lomas; entonces, les preparaban la recepción. Las divisaban por la intensa polvareda y los destellos de los reflejos de partes metálicas por efecto del sol que les pegaba desde el mediodía.

Hasta la década del ’30 la mayoría de los caminos eran huellas de esos carros que sinuosamente cruzaban los campos pasando por aguadas y arroyos y zonas de pasto para los animales. La existencia de estas rutas primitivas se vinculó directamente con la presencia de los “boliches de campo”, desarticulados a partir de la marcación de rutas de ripio, y posteriormente desaparecidos con las de pavimento, más rectas y rápidas.

Esquel se comunicaba con Trevelin, hacia el sur, con Trelew a través del cruce de la zona del Arroyo Pescado, y con la zona de Gualjaina, Paso del Sapo y Gastre hacia el norte y el este; también lo hacía con Fofo Cahuel y Cushamen, y finalmente con Ing. Jacobacci.

Los vecinos relatan sus recuerdos respecto de las viejas tropas de carretas tiradas por mulas. No obstante, según el Diario “Esquel”, Justiniano Mermoud mencionaba que las primeras tropas de carretas eran tiradas por bueyes, curiosamente algunos herrados. Hacían un solo viaje por año a la costa y tardaban tres meses ida y vuelta. Lentamente, el progreso permitiría ver los primeros automotores, coches y camiones, cruzando los campos y acortando las distancias en tiempo.

La Barraca Macayo y la venta de lanas

Celestino Beatove recuerda la intensa actividad comercial en ramos generales, incluyendo nafta. “Se vendía mucha producción lanera en Esquel, desde Río Pico inclusive. El transporte se hacía con tropas de mulas; catorce, quince carros con hasta seis mulas que transportaban hasta 4000 o 5000 Kg de lana en cada zafra”. Había muchos caballos para transporte, herrerías y galpones de alimento para animales.

Héctor Garzonio también comenta los transportes de esas épocas. Pocos autos y pocos camiones. La mayor carga se transportaba en carretones de mulas, de 10 a 15 carros. Se engalanaban cuando llegaban. Lahusen y La Anónima tenían tropas propias. Había un particular, llamado Inciarte, con muchas carretas, con hasta 2.000 Kg de carga, “…muchos peones y el marucho que arreaba las tropas de refresco.” Recuerda la anécdota del maruchito que relata Elías Chucair, de Ingeniero Jacobacci, en una de sus narraciones ambientadas en la Patagonia.

En las manzanas donde hoy vive Héctor, cerca de Alberdi y San Martin, “… de la chacra de Valoggia para acá, descargaban las tropas de Lahusen, que tenía su comercio en Fontana y 9 de Julio. Paúl, un alemán, era jefe de ventas y vivía enfrente. Allí dejaban las carretas y pastaban las mulas hasta hacer un nuevo viaje.” La Anónima estaba en Fontana y Alvear y sus tropas paraban en diagonal, “… donde ahora está el club San Martín.” Frente a la actual Radio Nacional, donde los baldíos eran pantanosos y de chico jugaba con zancos, “…había un galpón de chapas, con un cargadero alto, paraban las chatas y ahí cargaban y descargaban las mercaderías; y para llamar a los operarios había un alambre largo y uno tiraba y sonaba una campanilla; nosotros, salíamos de la escuela 20 en los recreos y tirábamos y salíamos corriendo para ver que Don Santana, que era el capataz del corralón, saliera a ver qué pasaba.”

Agrega que en Esquel había muchos depósitos de alimentos para animales y herrerías. Muchos caballos, carros, carretas, sulkis; todos los negocios tenían palenques. “La herrería de Montaña, por ejemplo, fue uno de los primeros edificios que existió en Esquel, estaba en la 25 de mayo cruzada con la escuela Normal, 25 de Mayo y Alsina; todavía está la casa vieja; había otros como la de Ortiz, Ramírez, De Vicente, muchos (…) Los galeses venían a la capilla en la calle Rivadavia, todos en sulki.”

Textos del libro “Esquel…del telégrafo al pavimento”, de Jorge Oriola

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