martes, 24 de junio de 2025
Luis Piedra Buena y su casa en Isla Pavón

Luis Piedra Buena nació en Carmen de Patagones el 24 de agosto de 1833. Desde niño se sintió atraído por el mar, y cuando contaba tan sólo once años de edad inició su aprendizaje bajo las órdenes de Williams H. Smiley, que era conocido como el Cónsul de los Mares.

En julio de 1847 Piedra Buena comenzó sus viajes hacia los mares australes. En sus andanzas sureñas adquirió un cabal conocimiento de la importancia que significaba para el país la zona austral y, por consiguiente, la necesidad de la presencia argentina para poner una barrera al constante avance chileno sobre los territorios y costas patagónicas.

A principios de 1859, al mando del Nancy, un velero perteneciente a Smiley -posteriormente lo adquirió en propiedad y lo llamó Espora-, Piedra Buena remontó el río Santa Cruz hasta una isla a la que dio el nombre de Pavón.

Esa isla fue su ciudadela, a partir de entonces y desde ella defendió los derechos argentinos sobre la Patagonia. Cumplió en esa oportunidad un acto trascendental que preanunciaba una de sus actividades más pertinaces, destacándolo como uno de los hombres que más hizo para que la Patagonia siguiera siendo argentina; enarbolar la bandera nacional.

Él tenía una idea muy clara sobre la importancia del ejercicio efectivo de actos de soberanía, y los únicos pobladores capaces de tal ejercicio en esa época y lugar, eran los indígenas; por eso quiso que estuvieran presentes en el momento de izar el pabellón nacional, con la solemnidad que aquel escenario y circunstancias permitían, a fin de ir inculcándoles el sentido de la nacionalidad. Esa bandera enarbolada en un tosco mástil, ante la mirada curiosa de los indios, fue uno de los primeros actos de soberanía ejercido en esas latitudes. Con la presencia de la bandera nacional y buen trato que les dispensó Piedra Buena, los indígenas comprendieron y aceptaron que el territorio que ocupaban pertenecía a la República Argentina.

Hacia fines de 1864 Piedra Buena y Casimiro Biguá, cacique principal del sur de Santa Cruz, viajaron a Buenos Aires para que éste pudiera ratificar personalmente ante las autoridades nacionales su adhesión a la causa y nacionalidad argentina. Anteriormente había reconocido a las autoridades chilenas de Punta Arenas, firmando con ellas un tratado. Además, aceptó grado militar, sueldo y raciones para su gente. En la entrevista mantenida con el presidente Mitre, Casimiro fue reconocido como “Cacique Mayor y Jefe del Gobierno Argentino para todas las costas de su dependencia enarbolando en ellas nuestro pabellón”. Además, se le prometió ayuda “tan luego como aceptaran el tratado y se sometieran sus tribus a las autoridades dependientes del Gobierno de Patagones”.

El 10 de febrero de 1865 Casimiro reunió a toda su gente en la costa sur del río Santa Cruz, frente a la isla Pavón, para informarle que había sido nombrado Jefe para guardar las costas. Los indios fueron declarados argentinos, recibiendo “la bandera nacional, que allí mismo debatía delante de ellos” y desenvainando su espada gritó con toda la potencia de su voz: ¡Viva el Gobierno Argentino!, exclamación que fue repetida varias veces, mientras Casimiro, con sus capitanes, “recorría al galope, al toque de corneta; la línea que ocupaban los indios observando si había alguno de los indios en la formación que estuviera callado y no gritase: ¡Viva el Gobierno Argentino!”, pero “en aquel momento todos los indios se deshacían gritando fuertemente: ¡Viva el Gobierno Argentino!”.

Para no dejar dudas de su lealtad al Gobierno Argentino, en agosto de ese año, Casimiro se dirigió a Punta Arenas con un grupo bastante numeroso de gente. “Acompañado de su hijo y vestidos de gran parada”, visitó al gobernador, Máximo Benavides, y le “contó que el Gobierno de Buenos Aires lo había nombrado cacique principal de la Patagonia, con un sueldo muy crecido… le mostró los despachos del Gobierno Argentino que lo reconocían como tal”. El Gobernador de Punta Arenas, entre sorprendido e indignado, le advirtió que si se consideraba argentino no le pagaría más el sueldo, a lo que Casimiro respondió que no le interesaba.

Todo hace pensar que esta escena fue sugerida y preparada por Piedra Buena, pues el citado informe del gobernador concluye diciendo que “el encargado de conquistar a los indios es el Capitán Luis Piedra Buena”. Además recibió amenazas de las autoridades chilenas.

Cuando en 1868 llega a la isla doña Julia Dufour, reciente esposa de Piedra Buena en viaje de bodas, anota en su diario: “Al desembarcar en la isla fuimos recibidos con muestras del más ardiente júbilo por los marineros que Luis había dejado para custodia de la bandera y para plantel de la colonia. En la playa nos esperaban dando fuertes y extraños gritos una turba de indios…, y al ver la bandera de mi Patria que ondeaba en lo alto de un palo enfrente de la casita, no pude contener algunas lágrimas de alegría y de gratitud…. De gratitud porque, como argentina, con algo debía pagar al hombre que gasta su vida y sus intereses en servir a la Patria y a la humanidad del modo y con el desinterés que lo hace mi pobre Luis”.

En la sesión del 23 de agosto de 1870 el diputado José Mármol informó a la Cámara “que el Gobierno de Chile había enviado un vapor para decirle al Señor Piedra Buena que no izase la bandera nacional en aquella isla porque sería desalojado. Que ese mismo gobierno había prohibido a los buques nacionales la pesca de lobos, que antes era libre. Y que en presencia de los hechos el gobierno argentino permanecía en silencio”. El que no permaneció en silencio, fue Piedra Buena que continuó en su insobornable actitud, a pesar de las amenazas.

“Patagonia azul y blanca”, de Clemente Dumrauf

 

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