domingo, 15 de junio de 2025
Trelew a finales de la década del ’60

 

Los “venidos y quedados”.

Hacia fines de la década de 1960, el gobierno militar de la Provincia enfatizó la ejecución de obra pública y dio un carácter tecnocrático a su gestión, lo que motivó la segunda ola de profesionales importados ad hoc para desempeñarse en la función pública. En esta oportunidad, más que abogados y contadores, se convocó a ingenieros industriales, hidráulicos, agrónomos y civiles, arquitectos, urbanistas y economistas.

Se constituyó la Secretaría de Planeamiento y Acción para el Desarrollo para albergar a esos equipos de profesionales, cuyo cometido era reflexionar y debatir alternativas para el desarrollo provincial, e identificar y elaborar los programas y planes de urbanización, viviendas, complejos industriales, irrigación y otros emprendimientos que lo hicieran viable. Buena parte de ellos fueron jóvenes egresados de la Universidad Nacional del Sur, en Bahía Blanca, que trabajaban en Rawson pero vivían en Trelew, o que teniendo casa oficial en Rawson desarrollaban en Trelew sus actividades sociales y culturales.

Coincidentemente, desde 1966 estaba funcionando el Instituto de Estudios Superiores de Trelew, inicio de los estudios universitarios en la ciudad, mediante convenio entre el Gobierno Provincial (del que dependía económica y administrativamente) y la Universidad Nacional del Sur (de la que dependía académicamente). Por varios años, la mayoría de los profesores fueron viajeros de la UNS y profesionales egresados de la UNS y residentes en Trelew o Rawson.

El ensamble de los foráneos o “VIQs” (por Venidos y Quedados) con los locales o “NICS” (nacidos y criados) estimuló otra movida cultural similar a la de una década antes, canalizada en grupos de teatro, cineclub, artes plásticas, conferencias, grupos literarios, debates televisivos, congresos y eventos, que eran protagonizados por una elite joven, sofisticada y muy al día (se radicaron los primeros psiquiatras y psicólogos), pero que se transmitían a sectores amplios de la sociedad.

La emisora local de radio comenzó a usar una frase para identificarse en su salida al aire: “L U 20, Radio Chubut, transmitiendo desde la ciudad de Trelew, la más progresista del Sur Argentino”.

Los comerciantes, profesionales, funcionarios, gerentes y empresarios, adhirieron a la movida cultural, le dieron cierto apoyo económico y se habituaron a frecuentar sus lugares de encuentro. El teatro de protesta, el cine de denuncia y la literatura de izquierda eran bien vistas socialmente como expresiones de cultura, que se valoraban más como expresiones estéticas que ideológicas. Hasta autoridades del gobierno militar con estado ídem, iban con ropa civil a ver una puesta testimonial, la aplaudían, e intercambiaban luego opiniones y críticas acerca de la obra.

Finalmente, la última ola inmigratoria impulsada por el proceso de industrialización asistida iniciado en 1970, incorporó un contingente joven y numeroso procedente de otras regiones del país que, al tratar de identificar y asimilar las raíces de su sociedad de adopción, contribuyó a la revitalización y valorización del aporte cultural de los pioneros (haciendo, por ejemplo, que el Eisteddfod se transformara en un acontecimiento compartido y participado por toda la población).

Luego de 1973, con la transición a la democracia, las diferencias ideológicas emergieron y se enconaron, especialmente al interior del justicialismo, pero socialmente se siguió compartiendo la convicción de que el progreso, entendido como el acceso a niveles cada vez mayores de logros materiales y bienestar estaba asegurado y fuera de cuestión: todos coincidían en que había una torta en constante crecimiento, aunque discrepaban sobre el reparto de la misma.

Luego del golpe de 1976, el “Proceso de Reorganización Nacional” no tuvo mayores dificultades para reclutar sus funcionarios entre los dirigentes y profesionales locales, y éstos no encontraron luego de 1983 con el regreso al sistema democrático bajo el gobierno de Raúl Alfonsín (1983-1989), mayores resistencias para volver a ubicarse en las estructuras de los partidos políticos.

Por otra parte, el Proceso también quiso reiterar el planteo tecnocrático de sus antecesores, y creó la Dirección General de Estudios y Proyectos, con un equipo de profesionales y técnicos, en buena parte traídos de los centros más desarrollados, que tuvo a su cargo la elaboración de los estudios y proyectos de infraestructura para el desarrollo que la Provincia demandaba. Esos proyectos fueron los últimos que se elaboraron con equipos locales, puesto que pocos años después del retorno a la democracia en 1983, los equipos de planificación y estudios y proyectos fueron vaciados, se agotó el stock de proyectos gestionables y el Estado en adelante tercerizó su elaboración, contratando consultoras privadas, en general recomendadas por los organismos de crédito.

Los profesionales radicados en las olas de fines de los 60′ y de los 70′ se han integrado a la actividad privada como empresarios, profesionales liberales o docentes universitarios, y no pocos de ellos ingresaron exitosamente a la dirigencia política y social, desde 1973 los primeros y desde 1983 los segundos.

Fragmento del libro “Trelew y su hinterland 1889-1999”, de Horacio Ibarra y Carlos Hernández

 

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